El holocausto desmitificado en 10 puntos
Me
gusta celebrar aniversarios. Es una forma de festejo que alegra la
cotidianeidad. Y desde luego es importante unirse a la "conciencia universal" en
esta celebración del "Holocausto" -tan importante para el destino de la gente de
Huelva o Castellón.Como nunca entendí que esa "conciencia universal" se olvidara
del auténtico Holocausto de 60 millones de cristianos en la Unión Soviética -en
la Bolsa de la vida probablemente la libra de carne cristiana no se cotiza como
la libra de judío/a-, del Holocausto de las mujeres y niños alemanes en las
tormentas de fuego de las ciudades alemanas, o del Holocausto perpetrado contra
su propia población por los regímenes comunistas del sudeste asiático, pensé que
debía haber gato encerrado en esto del Holocausto judío.Así que hace unos años
yo también celebro, a mi manera, la Fiesta del Holocausto y aporto mi regalo a
finales de Enero de cada año -recuerden, cuando los soviéticos "liberaron"
Auschwitz y buena parte de los presos decidió unirse a los alemanes en la
retirada-. Los soviéticos, claro, aprovecharon la calidad de los campos
alemanes, lejos de las chapuzas soviéticas, para economizar y reciclar
ecológicamente las instalaciones y seguir usándolas durante unos años más, esta
vez sí, para el aniquilamiento de los vencidos y los disidentes políticos. En
Enero pasado regalé al mundo holocáustico la edición de La mentira de Ulises de
Paul Rassinier, convencido de que este preso también tenía algo que decir, y en
Enero del año anterior "El Holocausto a debate: respuesta a César Vidal", porque
a veces es necesario que los desmemoriados recuerden lo que sabían. Como ustedes
conocen, estos regalos, que se remontan a muchos Eneros anteriores con "37
Testigos niegan las cámaras de gas" de Gerd Honsik, "La mentira de Auschwitz" de
Thies Christophersen y un largo etcétera, que ahora quiero completar con estas
cuatro ideas refrescantes, no gustó pero nada a los de la Comisión de Festejos y
decidieron impedir semejantes regalos con la represión más brutal y digna de
ellos. No contaron que para reprimir hacen falta dos, uno lo suficientemente
tonto como para perseguir las opiniones y las ideas y otro que se deje reprimir.
En sus cálculos se les olvidó esto último.Como quiera que siguen celebrando
estos festejos impidiendo conocer al público que hay muchos más regalos que los
que ellos nos presentan en sus medios de comunicación, alguien tendría que
hacerle llegar a César Vidal -a la derecha- y a Pilar Rahola -a la izquierda-
estos párrafos, no para que los difundan -pues eso podría llevar a que el sobre
que deben recibir de los Elegidos periódicamente adelgazara de forma más que
considerable-, sino para su sonrojo ante el espejo, dado que se trata de autores
de éxito, tan unidos en lo esencial, a pesar de sus pequeñas diferencias de
posición en lo accesorio. Porque los hay ignorantes que aplauden por empatía.
Pero los hay que saben y aplauden por falta de carácter. Y estos son los peores.
Pedro V.
1. En 1939, existían unos 15.700.000* judíos en
el mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, este número había alcanzado la cifra
de 18.000.000** Lo que significa que de los 15.000.000 de judíos originales en
el planeta antes de la conflagración, 6.000.000 fueron gaseados, quedando vivos
9.000.000. Por lo tanto, la población judía del planeta fue capaz de crecer y
¡doblar dicha población en menos de nueve años! Semejante milagro astronómico
sorprendió tanto a biólogos como a médicos de niños en todas partes!
2. De buen principio se habló de SEIS MILLONES,
de los cuáles 4.000.000 habrían sido “gaseados” en Auschwitz. De repente, en
1990 se descubrió que sólo habían sido 1,5 millones los gaseados en Auschwitz,
una diferencia de 2,5 millones como si nada y se cambio la cifra en la placa del
monumento a las victimas. Pero curiosamente, la cifra mágica de SEIS MILLONES
permaneció, a pesar de que no se encontró cifa alguna que sustituyera a los no
fallecidos de Auschwitz. Los caminos de “lo políticamente correcto” tienen sus
propias leyes, como es sabido…
3. Al mismo tiempo, el Director del Museo de
Auschwitz, el polaco Dr. Franciszek Piper, anunció que las así llamadas “cámaras
de gas” habían sido ¡construidas por los soviéticos DESPUÉS de la guerra!
4. Pero hay más. La Cruz Roja Internacional, que
tuvo acceso a los mismos y los supervisó, informó que habían fallecido
únicamente 300.000 personas de las más diversas nacionalidades en los campos
alemanes, y por las más diversas causas, incluyendo tifus, vejez y muerte
natural. De todos ellos apenas la mitad eran judíos (unos 150.000). La mayoría
de ellos fallecieron a causa de las epidemias de tifus desatadas con la
destrucción de las infraestructuras alemanas a causa de los bombardeos de
destrucción masiva aliados, que causaron muchas víctimas, incluyendo no sólo las
de muchos presos, sino también las de enfermeras, médicos y el personal de
administración de los campos.
5. Pero incluso estas muertes eran demasiadas
para las autoridades alemanas, fuera por humanidad o porque se les morían los
trabajadores necesarios en época de guerra -como se sabe, pertenece al género
idiota matar a los obreros que uno necesita-, el 8 de diciembre de 1942,
Heinrich Himmler, responsable máximo de todas las instalaciones de prisioneros,
hizo llegar a todos los centros de internamiento una orden taxativa, conminando
a las autoridades responsables: “El índice de defunciones en los campos debe ser
reducida a cualquier costo”.
6. En todos los territorios de la Europa ocupada
por los alemanes no habían más de 2’4 millones de judíos. Pero después de la
guerra 3’8 millones de judíos “sobrevivientes” reclamaron indemnizaciones
económicas al gobierno alemán. Una tragedia, los restos de los 6 millones se
habían perdido por el camino.
7. Fué un milagro. De acuerdo con el “New York
Times” del Domingo 4 de Enero de 1987, el celebrado superviviente Elie Wiesel
recordó personalmente “el día en que los soviéticos llegaron a Auschwitz”. Pero
en otro discurso en el Club de la Prensa Nacional en Washington D.C.,
reproducido por la Agencia Telegráfica Judía el 11 de abril de 1983, tenía
recuerdos totalmente diferentes, puesto que afirmaba que él “era uno de los
supervivientes del campo de Dachau, liberado por el ejército norteamericano” el
15 de abril de 1945. Así que se convirtió en el único prisionero de la guerra
con la discutible distinción de haber sido liberado dos veces en dos campos
diferentes durante la II Guerra Mundial…
8. No podemos dejarnos en el tintero recordar
que el famoso “caza-nazis” Simon Wiesenthal murió serenamente a la edad de 96
años, a pesar de haber sido, según la BBC-News, superviviente (es decir un
superman que sobrevive todos los intentos de gaseamiento) de 12 campos de la
muerte…
9. En 1948 apareció una historia de una pobre
niña judía indefensa, asesinada por los “Nazis”. La historia había sido escrita
por esa niña en bolígrafo, un instrumento que no se comercializó sino en los
años posteriores al fin de la guerra. ¿Cómo se llama? Ah, sí, “El Diario de Ana
Frank”, que estos días es celebrado incluso públicamente por el Ayuntamiento de
Ripoll (población de Girona que cuenta con un precioso y conocido Monasterio,
por si alguien no lo ha visitado). Los niños de Ripoll probablemente no tendrían
una educación madura si alguien no les pusiese a su disposición esta story (que
no History). Sobre esta cuestión pueden leer una Carta periódica mía anterior,
un resumen sobre los dimes y diretes que me costó, ¡ay de mí!, una condena de
cinco años de prisión… Decididamente, hay que hacer caso a lo “políticamente
correcto”, ¿no?.
10. Pues bien, ¿cuando empezó este negocio de los SEIS MILLONES? Hemos de volver a un tal Illya Ehrenburg*, un simpático judío de cara amargada, Jefe de la Propaganda Soviética durante la II Guerra Mundial –el mismo que conminaba a las tropas del Ejército Rojo a que violaran dos millones de mujeres alemanas- que más tarde vivió y murió en Israel, que acuñó esta cifra mítica el 22 de diciembre de 1944, es decir ANTES de que a decenas de miles de judíos internados, en enero de 1945, las autoridades alemanas les ofrecieran la posibilidad de escoger entre ser “liberados” por los comunistas o marcharse en la retirada con sus carceleros “nazis”. ¿Qué hicieron la mayoría de presos de Auschwitz, entre ellos Anna Frank y su padre Otto Frank ante la llegada de los “liberadores”? No se lo pierdan, decidieron marcharse con los alemanes…