Notas sobre la influencia judía sobre la infancia

 

NSADP/AO – 1-8-1994

 

Boletín de Noticias NS (edición española)

 

Una insidiosa propaganda judaica ha penetrado pro­gresivamente en el comercio de artículos para el tiempo libre, en todos sus aspectos pero, fundamen­ talmente, en los más diversos tipos de escritos y de películas de cine. En la enorme mayoría de los casos, los judíos se han infiltrado valiéndose de máscaras (en ésto del mimetismo tienen cualidades destaca­ das), y cuando son desenmascarados, a pesar de sus pseudónimos, recurren inmediatamente a tildar, al desenmascarador, de "antisemita" (término erróneo y malintencionado, al involucrar a otros semitas que siéndolo, demuestran ser también enemigos del judío), y a relacionarle con sus historias sobre "cam­ pos de exterminio". Esto ocurre también cuando su verdadero nombre no recuerda la típica consonancia hebrea, sino que se asemeja a los de origen mediter­ raneo; ruso o centroeuropeo. Resulta por tanto, suma­ mente interesante conocer cual es el origen racial de los personajes públicos, los artistas de fama, los escritores de renombre, etc. Al parecer, no todo el mundo comparte nuestra opinión: Que el orgullo de los propios orígenes, sean los que sean, es un compo­ nente esencial para la dignidad humana. Saber ciertos ajenos nos interesa, porque bien pronto bastará no manifestar entusiasmo ante, por ejemplo, las pelícu­ las contemporáneas para ser considerados como sos­ pechosos de "xenofobia antisemita"...

 

Es fácil reconocer el origen judáico de un comer­ciante judío especializado en artículos de entreteni­ miento, porque no perderá ocasión de indicar la supuesta superioridad del genio judaico, y la intrín­ seca maldad de todo el que cuestione o combata al judío y sus afirmaciones, aúnque lo hará recubrién­ dose de una apariencia de justa y fría imparcialidad. Así el productor Miguel LANDON (recientemente muerto de SIDA), como personaje principal de la folletinesca serie televisiva La Casa de la Pradera, sin pudor alguno, no duda en intercalar en la historia original, asuntos totalmente ajenos a la misma, si con ello, logra que el público se encariñe compasiva­ mente con los pobres, admirables y simpáticos judíos que son vesanicamente perseguidos por toscos, anti­ páticos e innobles personajes no judíos que les hacen objeto de burlas, injusticias, abusos, etc., más allá de lo que es posible imaginar en personas normales. O por ejemplo, Erico SEGAL que en su mamotrético "éxito" mundial Love Story, afirma -sin venir a cuento-, que los judíos son destacadamente inteligen­ tes y especialmente dotados para los estudios univer­ sitarios. O en el caso de G. B. TRUDEAU, que bajo apariencia de humor, introduce en las entregas coti­ dianas de su obra Doonesbury, su especial propa­ ganda político-cultural (es de destacar que, dibuja al malvado David Duke, bajo forma de una Cruz Gamada parlante).

 

Trudeau ha alcanzado una reputa­ ción mundial sin parangón y dificilmente justificable por su verdadero talento. En París pueden encontrarse ejemplares de su obra en practicamente cualquier lib­ rería, mientras que resultan inencontrables otras de semejante ramo, pero realizadas por meritorios con­ temporáneos arios. La influencia judía en el mundo de las historietas es indudablemente muy sutil. Así en Los Nuevos Mutantes (serie de "Marvel Comics Group", que realiza Chris CLAREMONT), se pueden encontrar episodios extremadamente complicados sobre un argumento cuya clave es la transmigración de las almas, que refleja evidencia de haberse tomado directamente de la CABALA judía. Respecto al itine­ rante "superhéroe" de La Armadura de Plata (una serie imaginada pos los judíos Stan LEE y John BUS­ TEMA), no es otra cosa que la evocación del Mito del Judío Errante. Además (por ejemplo en la serie MAD), podemos observar el intento de presentarnos al especial "humor" judío, como el mejor de todos, cuando resulta una mezcla de delirantes absurdos, tristemente irrisorios, expresión de una mala concien­ cia que sumerge todo valor respetable en lo injuriosa­ mente destructor, y que nos demuestra sus intencio­nes originales sin mayores problemas (no es preciso, para ello, complicarse la vida, en las discusiones psi­ coanalíticas de las que alardea y es tan aficionado Jules FEIFFER.)

 

Incluido entre los principales nombres del "comic" francés, habitualmente citados, figura el de Réne GOSCINNY muerto a fines de los setenta y autor de las series de Asterix, Lucky Luke, Iznogoud, Oum­ pah-Pah, Spaghetti y Strapontin - entre las principa­ les-. Goscinny, contaba con todos los requisitos para ser un perfecto judío, como el más pintado. Nacido, por Lazar, en París, de padre judío-polaco (su apel­ lido, en polaco, significa "hospitalario"-, y de madre judía-ucraniana; ha crecido en Argentina, pero comenzó su carrera -como ilustrador de libros infan­ tiles-, en Brooklyn (Nueva York), y allí conoció, entre otros, a los futuros creadores de MAD. Sin em­bargo, habría que observar con mucho cuidado para descubrir una inspiración judáica en las historietas de Goscinny: Había decidido alejarse de sus orígenes judíos (de los que no quería ni oír hablar), y entre sus cuatro humoristas preferidos y más admirados, el pri­mero era Mark TWAIN, que es bien conocido por su antijudaismo. No tenía otra pretensión que la de distraer, sin el menor rastro de una preocupación militante; ésto confiere a sus historietas una frescura que ha contribuido a su éxito. Uno de los nombres que me vienen, inmediatamente a la memoria es el de Stephen DESBERG. un prolífico autor de historietas del diario Spirou (suyas son las series Tif y Tondu, Jimmy Tousseul, etc.). Al acontecer los sucesos de mayo del 68, la preocupación de Goscinny por no tomar partido, le fué violentamente reprochada, en público, por Marc GOTLIB, igualmente judío, de "vocacional" complacencia en dibujar y crear histo­ rietas pornográficas.

 

Inmediatamente tras de aquello, sin cambiar de directrices e inspiración, en cuanto a sus series de historietas (que en lo sucesivo apare­ cerían de forma irregular, pero con frecuencia reuni­ das en álbumes), Goscinny insuflará al semanario Pilote, del que era director, una trayectoria, con frecuencia, muy próxima a MAD, y que encerraba el germen del lento ocaso de la publicación; lo que fué un hecho manifiesto, pocos años más tarde. Puede ser facilmente muy tentador desear la prohi­ bición de los obras de todos los autores de sangre judía. En período revolucionario el símbolo tiene una fuerza irremplazable. Pero en período de paz civil nos interesa mostrarnos menos generalizadores, por sistema. El Nacional Socialismo no es hostil a las obras de los autores de origen judío, salvo cuando encierran fermentos de disolución de nuestra propia cultura o de nuestra comunidad racial.

 

Esto es lo importante y también se presenta en obras de autores judaizados pero no judíos. Por otra parte, entre los judíos, hay excepciones (perfectamente aisladas y destacables), puesto que todo hombre poseedor de una fuerte personalidad puede emanciparse no sólo de su cultura sino de su educación y de las influen­ cias que haya recibido, para bien o para mal. Por ello la obra es más importante que el autor que la pro­ duce, incluso cuando el hombre jamás acaba de resul­ tar indiferente. No existe ninguna razón objetiva para prohibir la obra de Goscinny, como -pasándonos a un campo totalmente diferente y afirmando que dos personalidades jamás pueden compararse con justicia-, tampoco existe ninguna razón objetiva para prohibir a Gustav MAHLER, cuando se sabe que era interpretado en plenos años 40 por el indudablemente Nacional Socialista gran director de orquesta holandés, Willen MENGELBERG. Esta forma de ver las cosas, que no era compartida por todos los Nacio­ nal Socialistas de la época, lo era sin embargo (hasta llegar a defenderla en privado) por uno de los más formados e ilustres de entre ellos: El Ministro de Cultura del Reich, Dr. José GÜBBELS, hombre tan ejemplar hasta su propio final, que todos nosotros tenemos aún mucho que aprender de él.

 

 

Nota del Traductor: Con todo, y deber considerar que hay que valorar o combatir las obras por su contenido, y no por su autor; el gran escritor chileno Dr. Nicolás PALACIOS (que con un estilo similar al del Conde de GOBINEAU, autor del Ensayo Sobre la Desigual­ dad de las Razas Humanas, pero superándolo con creces por reparar, por primera vez, en la típica influencia del judío arquetípico), en la página 482 de su perseguida obra Raza Chilena, nos dice: "...todo lo que provenga de una raza de diverso pensamiento entorpecerá la natural evolución de un pueblo"; y algo más adelante en esa página: "Pronto llegará el dia en que se tenga presente la raza del escritor, antes que su nacionalidad, para deslindar responsabilidades étnicas; porque al lector ilustrado dará mucha mas luz en la crítica de una obra saber la raza del autor que su nombre de pila o el idioma en que escribe", citando dos simples muestras, tomadas de la edición fascimi­ lar, según la 1ª edición original, de 1904, que gracias a esforzados camaradas chilenos fue reeditada (Edi­ ciones COLCHAGUA. Santiago de Chile, 1987). Considero es un libro fundamental y sumamente recomendable.